¿Recuerdas la otra noche cuando estábamos tú y yo tumbados sobre la fría y ligeramente húmeda hierba, el uno al lado del otro, mientras mirábamos pasar estrellas fugaces, señalábamos las estrellas que más brillaban y me prometiste un "para siempre"? Y, ¿recuerdas cuando me dijiste que las promesas que se hacían había que cumplirlas, que no prometieses nada que no pudieses cumplir? Yo sí, y no me olvido.
Miss M.
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