Sentía su piel que me abrigaba y era el Sol de la mañana que una vez más me despertó. Nunca había estado tan enamorada: era un romance tan inesperado que no se encuentra si se busca. Cada instante a su lado palpitaba de emoción. Te entregué la flor que guardaba en mí sin saber que ya contabas con un ramo en tu jardín.
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